“Antes de entrar en una pelea
asegúrate de estar dispuesto de no parar hasta vencer o morir, no vaya a ser
que acabes rindiéndote después de haberte llevado un montón de palos”… pues
bien, hoy no he seguido esa máxima y he luchado contra las carreteras italianas
durante más de dos horas hasta que, desesperado, no he tenido más remedio que
pillar autopista. Diréis que soy un tacaño pero no es sólo eso, que también, ni
el cuento de ver paisajes más bonitos. En este caso es que les había “dejado a
deber” unos eurillos en un peaje a esta gente en el camino de ida y temía que
mi matrícula saliera por algún lado y me pillaran. Al final me he librado.
Por lo demás el Lago Como es
magnífico, tanto el paisaje natural como el creado por el hombre. Para
costearlo te tiras también un montón de tiempo en el coche pero esta vez no
cansa, te quedas con ganas de más. El resto del día coche y más coche (después
de Turín pudimos dejar la autopista sin perdernos) hasta llegar a Briançon en
Francia. Un pueblo bonito rodeado de grandes montañas nevadas.
Por cierto, justo después de
pasar la frontera me ha parado la policía francesa y me han pedido los papeles.
Estaba seguro que era por llevar un faro fundido y pensaba hacerme el tonto.
Pero no. Me dijo que si había bebido o me había fumado algo. Tere escondió la
botella de vodka y ya está. Je je je… me parece que el tipo quería vacilar un
poquito con una compañera jovencilla y novata, haciendo como si le enseñara.
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