Después de una noche un tanto
ruidosa en el camping volvemos a la carretera 8 rumbo al sur. Nos espera
Dubrovnik. Camino cómodo, largo en tiempo por la baja velocidad y unas vistas
espectaculares en los muchos kilómetros que forman la rivera de Makarska .
La llegada a Dubrovnik se
convierte en un caos. O yo le armo el lío al GPS o es el GPS el que se vuelve
loco. El caso es que nos tiramos un buen rato callejeando sin tener ni puta
idea de dónde estábamos. Incluso acabo metiéndome en dirección prohibida por
una avenida y nos pilla la policía pero Tere les dice que el móvil se ha vuelto
loco y nos permiten dar un giro para salir del embrollo con un “be carefull” de
despedida.
Después de conseguir llegar al
hostel nos vamos buscando la ciudad vieja pero no entramos si no que cogemos el
telésferico que nos sube al monte que domina la zona y nos deja unas vistas
maravillosas. Bajamos por un camino tortuoso pero agradable y nos ahorramos el
precio de la bajada. A continuación compramos algo para cenar y al hostel… pero
voy al coche a coger una cosa y me encuentro que me han puesto uno delante
bloqueándolo y unos tipos me empiezan a chapurrear lo que entiendo que es que
esa zona es privada y no puedo aparcar ahí. Aunque se que es simplemente ganas
de dar por culo les dijo que vale, que me quiten el coche y me voy. Ahora toca
vacilarme y dejarme allí encerrado así que comienza un civilizado diálogo en el
que yo les insulto en andaluz y ellos en croata hasta que por fin puedo
largarme no sin antes dejarles un “regalito” en su inmaculado coche. Toca otra
vez callejear pero esta vez a oscuras (no gastan mucho en farolas) y sin el
móvil hasta que consigo aparcar en un solar junto a un supermercado Konzum.
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