No vamos a hablar mucho de estos
dos países porque sólo los hemos utilizado como paso para el núcleo de nuestro
viaje. Además todos los conocemos y sabemos lo muchísimo que tienen para
ofrecer.
Así que nos vamos a limitar a
comparar lo que hemos vivido (disfrutado
o padecido) en nuestro paso. Mientras que las carreteras italianas tienden al
caos (absoluto en ocasiones) las francesas se convierten en un agradable paseo.
En Italia es muy difícil evitar
las autopistas porque en muchas zonas no hay señalizaciones ni, sobre todo,
carreteras secundarias que unan zonas más o menos distantes (a excepción de las
SS24 y SS25 que unen la zona de Turín con la frontera francesa). Incluso cuando
te desesperas y decides meterte en la autopista hay que dar un montón de
vueltas para pillarla. Y para colmo hay varias autopistas distintas cada una
con su propio peaje con lo que tienes que parar en varios peajes.
En Francia, por el contrario, hay
buenas carreteras (buen firme, áreas de descanso, muy buena señalización)
paralelas a muchas autopistas o uniendo unas con otras. Y si decides entrar en
la autopista coges un ticket al entrar y pagas cuando la abandones, sin peajes
que te jodan el viaje continuamente como en Italia o España. La sensación
constante es de organización y calidad.
En lo que sí coinciden ambos países
es en el buen trato de la gente y en la belleza de sus paisajes, pueblos y
ciudades.
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