miércoles, 25 de septiembre de 2019

Liubliana

 
Hoy tocaba convertirnos en urbanitas y dedicar el día a conocer Liubliana. Es una ciudad pequeña para ser la capital de un país (no llega a los trescientos mil habitantes) y se recorre fácilmente a pie. Tiene una larga historia que se remonta al asentamiento romano de Emona del siglo I A.C.

Además del inevitable  castillo, destacan unas calles adoquinadas tranquilas y agradables para pasear con una arquitectura muy atractiva. En este aspecto destaca lo mucho creado por Joze Plecnik

Empezamos nuestro recorrido por el parque Tivoli, una gozada de naturaleza al lado del centro, lleno de gente paseando, corriendo o montando en bicicleta. Aquí todo el mundo la usa: familias enteras, gente joven y mayor, tipos trajeados con sus maletines, niñas pijas con sus tacones y trajecitos,… (ayuda el que no haya cuestas je je je). Justo después entramos en una iglesia ortodoxa serbia, curiosa por fuera y muy bonita y colorida por dentro. Incluso estuvo charlando con nosotros un rato el cura en un español bastante bueno (me contuve y no hice ninguna broma blasfema, aunque me costó).

A partir de ahí estuvimos callejeando dejándonos llevar y encontramos la muralla romana con su “pirámide”, el río Liublianica y sus puentes ( a destacar el Triple), iglesias y catedrales, plazas enormes y pequeñitas, fachadas originales y, para terminar, la subida al Castillo antes de volver al albergue.

El único inconveniente ha sido la lluvia que nos ha acompañado a ratos durante todo el tiempo. Aunque, por otro lado, le ha dado un puntito especial al día.




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