Hoy tocaba convertirnos en
urbanitas y dedicar el día a conocer Liubliana. Es una ciudad pequeña para ser
la capital de un país (no llega a los trescientos mil habitantes) y se recorre
fácilmente a pie. Tiene una larga historia que se remonta al asentamiento
romano de Emona del siglo I A.C.
Además del inevitable castillo, destacan unas calles adoquinadas
tranquilas y agradables para pasear con una arquitectura muy atractiva. En este
aspecto destaca lo mucho creado por Joze Plecnik
Empezamos nuestro recorrido por
el parque Tivoli, una gozada de naturaleza al lado del centro, lleno de gente
paseando, corriendo o montando en bicicleta. Aquí todo el mundo la usa:
familias enteras, gente joven y mayor, tipos trajeados con sus maletines, niñas
pijas con sus tacones y trajecitos,… (ayuda el que no haya cuestas je je je). Justo
después entramos en una iglesia ortodoxa serbia, curiosa por fuera y muy bonita
y colorida por dentro. Incluso estuvo charlando con nosotros un rato el cura en
un español bastante bueno (me contuve y no hice ninguna broma blasfema, aunque
me costó).
A partir de ahí estuvimos
callejeando dejándonos llevar y encontramos la muralla romana con su “pirámide”,
el río Liublianica y sus puentes ( a destacar el Triple), iglesias y
catedrales, plazas enormes y pequeñitas, fachadas originales y, para terminar,
la subida al Castillo antes de volver al albergue.
El único inconveniente ha sido la
lluvia que nos ha acompañado a ratos durante todo el tiempo. Aunque, por otro
lado, le ha dado un puntito especial al día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario